sábado, 26 de noviembre de 2011

Cayetano Santana, presidente de Mars Society España

“Tecnológicamente estamos preparados para ir a Marte”

Cuarenta años después de que una sonda -la soviética Mars 3- consiguiera posarse por vez primera sobre la superficie marciana –aunque a los 20 segundos dejara de funcionar- la NASA ha enviado este sábado 26 de noviembre al planeta rojo la Mars Science Laboratory, más conocida como Rover Curiosity, un todoterreno más avanzado, voluminoso y pesado que sus predecesores Spirit y Opportunity. Hablo con el presidente de The Mars Society España, Cayetano Santana, sobre la exploración de Marte y el papel que la sociedad que preside desempeña en la investigación del planeta. Santana –ingeniero de formación- recela de la estrategia de la NASA y de otras agencias gubernamentales que envían sondas y robots. Apuesta, en cambio, por enviar seres humanos cuanto antes y porque el sector privado lidere la exploración espacial.

-Las Viking en los setenta, el rover “Sojourner” en los noventa, los rovers “Opportunity” y “Spirit” en 2003… todas misiones de éxito. ¿Qué información clave se ha reunido sobre el planeta rojo gracias a estas misiones?
Lo esencial es seguir avanzando en las pistas que indican que Marte tuvo un pasado húmedo, cosa que comporta que se dieran las condiciones para que el planeta albergara vida. Han sido tantas las misiones que tardaremos tiempo en asimilar toda la información recopilada y obtener conclusiones. Y con nuevas misiones a punto de arrancar los datos se solaparán.

-Deduzco que juzga innecesaria la misión del Rover Curiosity.
Hay una pequeña controversia en cuanto a la necesidad de enviar o no humanos a Marte. Las sondas tienen más al propósito de mantener una relación con el planeta que un objetivo científico y tecnológico concreto. Hay mejoras tecnológicas y se consigue más información pero no hay un salto cuantitativo tan importante como para que lleguemos a determinar si hubo vida en Marte e incluso si pudiera existir todavía. El rover Curiosity explorará cierto lugar [previsiblemente el cráter Gale] no tanto por el interés científico como por el publicitario: es una zona paisajísticamente muy atractiva. Hay mucho de marketing.

Simulación del rover Curiosity sobre Marte. (Foto: NASA)

-Quizás sea necesario para sufragar el coste de misiones a Marte o al espacio.

Sí, con las misiones presentes y futuras se pretende mantener un ritmo pero no hay un plan para averiguar en un plazo breve de tiempo si hubo o hay vida en Marte. Hay dudas sobre el lanzamiento de misiones futuras. Podría haber un golpe de suerte si la Curiosity hallara algo significativo pero aparte de ser una misión más llamativa que la de los anteriores rovers no creo que pase de ahí.

-¿Considera, entonces, que el camino que se sigue ahora para buscar vida pasada o presente en Marte está equivocado?
No, el camino es el correcto. La NASA sigue la pista del agua: donde hay agua pudo o puede haber vida. La estrategia es correcta pero conservadora porque no estamos poniendo todos los medios para alcanzar el objetivo en un plazo más corto. Todas las misiones a Marte nacen de una agencia gubernamental, por la tanto, dependemos de fondos públicos y decisiones políticas. Vemos en este sentido los altibajos que sufre el programa tripulado en la actualidad. El grupo que represento quiere impulsar alternativas que permitan explorar Marte por una vía vaya mucho más rápida.

-¿Apostáis por llevar cuanto antes el ser humano a Marte?
Sí, apostamos por explorar Marte con misiones tripuladas. Pero apostamos por una combinación de lo público y lo privado. Hay que aprovechar la infraestructura ya existente pero con el empuje de iniciativas privadas. Habrá quien argumentará que con la crisis actual no nos podemos embarcar en tales proyectos, pero hay que recordar que la financiación privada no tiene los mismos condicionantes que el sector público. En España, sin embargo, el espíritu emprendedor es mucho más limitado, quizás Barcelona y el País Vasco sean las excepciones. Y no hablo solamente de empresas tradicionales sino del sector espacial. Así, es bastante difícil que los proyectos prosperen, aunque quizás esto sea un atractivo más para los que estamos en ello.

El Gale es un cráter con un montículo en  suinterior, por el centro de la imagen. 

-Tanto en el caso de que la NASA lidere la exploración marciana como en el supuesto de que la encabece el sector privado, ¿se atreve a establecer una fecha para la llegada del ser humano a Marte?

En uno y otro caso hablar de fechas es arriesgado cuando no absurdo. En la NASA se baraja ir antes a un asteroide, a la Luna o incluso usar la Estación Espacial. En estos casos, el viaje tripulado está sujeto a muchos condicionantes y fijar una fecha antes del 2040 es inverosímil. Si el programa lo dirigiera el sector privado, el plazo podría acortarse, pero, en principio, antes de los años 40 es bastante improbable. De todas formas, cuando se marca un objetivo, se comenta públicamente un horizonte pero hay otros tiempos a nivel interno. Nosotros trabajamos con plazos más cortos, pero es un arma de doble filo porque si no consigues lo anunciado pierdes credibilidad. Si te asegurase: para los años 20 conseguiremos enviar una misión tripulada… tecnológicamente ya estamos preparados y dentro de nueve años, todavía más, lógicamente. Pero empecinarse en una fecha es contraproducente porque llegaría el día y, si no se hubieran cumplido los plazos al ser difícil coordinar a todos los agentes, perderíamos credibilidad.

-Si, como dice, tecnológicamente es posible llevar al ser humano a Marte, ¿se trata de un obstáculo económico?
Económico y político, tecnológicamente estamos preparados para ir a Marte.

-Pero para ir a Marte, ¿no será haciendo un viaje relámpago como cuando se pisó la Luna, no?
La duración mínima de una misión a Marte tripulada sería de un año y medio terrestre. La barrera principal a la misión son aspectos psicológicos. No es lo mismo estar solo en una estación del Polo Norte que estar a millones de kilómetros de la Tierra. Si hay problemas, las dificultades serán mucho mayores que si ocurrieran en la Luna o la Estación Espacial. Son barreras, pero no infranqueables.

-¿Cuántos astronautas deberían componer una misión para disminuir los efectos de la barrera psicológica?
Cuatro personas como mínimo para superar eventuales conflictos, pero en las misiones que se plantean generalmente viajarían seis. También hay que fijarse en los perfiles pero están muy estudiados. Hay simulaciones hechas por agencias gubernamentales y desde el ámbito privado, como, por ejemplo, por la Mars Society. Existen estaciones de simulación por todo el mundo en las que precisamente uno de los componentes más analizados es el factor humano. A pesar de estar muy estudiados, evidentemente, existen riesgos, pero asumibles, no hay ningún proyecto sin riesgo.

El rover Curiosity aún en tierra, hace meses. (Foto: NASA)

-Si el rover Curiosity demostrase que en el pasado hubo vida en Marte o que la hay hoy día, ¿cree que el viaje tripulado recibiría el empujón definitivo?

Desde luego sería algo que daría un empujón importante, aún así –y sobre esto hay muchas apuestas- tampoco sería determinante hasta el punto de que se iniciara una exploración sostenida de Marte. El ser humano necesita cubrir necesidades básicas antes que enfrascarse en aventuras de este tipo. No ocurrió con el descubrimiento de exoplanetas ni con el fenómeno OVNI, con la hipótesis de que haya vida inteligente fuera de la Tierra, ¿cuántas personas se han movilizado por ello?

-Pero lo de los extraterrestres inteligentes o los OVNI son especulaciones, me refiero a que el Curiosity demostrara que hay o hubo vida en Marte.
Quiero decir que al final mueve más a la gente cuestiones religiosas que científicas. Imagínese que sí, que se descubre que el subsuelo marciano alberga vida que se ha ido adaptando a los cambios climáticos –porque parece ser que el planeta vive un periodo interglacial-, probablemente el revuelo sería muy grande, sería un hito en la historia de la humanidad pero no creo que la tendencia fuera a cambiar. Y por lo tanto, no podemos condicionar el diseño de estrategias a que se haga ese descubrimiento. El hecho de que no se hallara vida o no se enviara a seres humanos en una fecha concreta dilataría más la exploración marciana, porque un apoyo social insuficiente limita tanto a políticos como a empresas públicas o privadas.

-¿Ayudaría más a la exploración marciana un mundo bipolar, como la carrera armamentística que en su día estimuló la llegada del hombre a la Luna?
Sí, ese tipo de motivaciones suelen ser más efectivas que no las otras. La experiencia ya la hemos vivido con el programa Apolo. Vimos lo que sucedió después de la guerra fría. Y ahora resulta que los descubrimientos que se han hecho de planetas girando a otras estrellas y los avances sobre Marte son insuficientes. Llevamos 40 años desde el programa Apolo y no se ha avanzado.




Lanzamiento este sábado 26 de noviembre de la Curiosity, que llegará a Marte, si todo marcha según los previsto, en agosto del año que viene.

-¿Por qué Mars Society quiere llevar seres humanos al planeta rojo?
Queremos salir de la Tierra de forma permanente por afán de exploración. Respondemos al instinto explorador del ser humano, a la curiosidad, a la necesidad de ir un poco más allá y como una forma de motivarnos para avanzar también en otros terrenos, porque la investigación espacial ha generado progreso en otras áreas. Un poco seguimos el modelo de los exploradores que, a lo largo de la Historia, han buscado financiarse con patrocinadores sin tener que depender del dinero de los estados. Entendemos que el dinero público está para lo que está; por eso lo lógico y honesto es trabajar para generar actividad privada que financie la exploración, y que el grueso no lo paguen los gobiernos. Éstos han desarrollado por circunstancias históricas unas infraestructuras con las que hay que contar, pero ha sido algo coyuntural. Somos partidarios de que estos proyectos se financien, sobre todo, con dinero privado. Por lo único que tiene sentido la inversión pública es por las telecomunicaciones vía satélite y las observaciones que se hacen desde la Tierra.

-¿Cuánto costaría una misión tripulada según vuestros cálculos?
Hay varios planes de misión. El fundador de The Mars Society, Robert Zubrin, diseñó Marte Directo, misión con un coste reducido debido a que la arquitectura es simple. Estamos hablando de unos 50.000 millones de dólares, coste no superior a la suma de 3 o 4 misiones de las que se han hecho hasta ahora con sondas automáticas. El plan ha recibido críticas por cuestiones de seguridad; supuestamente pone en juego la vida de los tripulantes de una forma que algunos no están dispuestos a asumir. De la manera que traza Zubrin la misión –con implicación del gobierno-, un político no financiará una actividad que ponga en peligro vidas. Por eso apostamos por el liderazgo del sector privado. No hace falta llegar al extremo de los viajes sin retorno. Hay personas que están dispuestas a ir a Marte sin que se les garantice que van a volver.

-¿Qué riesgos correrían los humanos?
Uno de ellos son las radiaciones ionizantes.

-Decías que no son impedimentos reales…
Pero sí que comportarán efectos sobre los humanos y un riesgo de que contraigan enfermedades. Pero no es un peligro tan grande como se dice ni tampoco inasumible. Para cualquier actividad nueva o en un entorno nuevo, lógicamente, los riesgos no se podrán valorar al cien por cien. Hay tecnología para que la falta de gravedad, las posibles radiaciones ionizantes o el aislamiento no signifiquen que alguien muera ni que sufra daño más grave del que podría padecer en la Tierra. Esto se puede asumir si lo financia el sector privado y si quien va está dispuesto a aceptar el riesgo.

-Ese mismo coste pero en el año 1969 debió de existir también o incluso mayor.
Pero era una cuestión de orgullo nacional.

-¿La carrera armamentística estaba muy por encima?
Claro, claro… el patriota estadounidense estaba dispuesto a dar la vida. Ahora esta postura ya no vale, mira por ejemplo los accidentes del transbordador lo que supusieron [la cancelación].

-Antes has mencionado “la salida permanente de la Tierra”, ¿te refieres a establecer en Marte una colonia?
Llegar a Marte y colocar una bandera para demostrar supremacía como con el programa Apolo y la Luna no es lo que se pretende. Ahora mismo cualquier misión debería ir unida a una estrategia de presencia permanente en el espacio, ya no digo solo en Marte. Cualquier actividad espacial ha de cumplir de base con criterios de sostenibilidad, ya que allí los recursos escasean mucho. Y lo que aprendamos en ese sentido -por ejemplo, sistemas de reciclaje, que, además, a medida que aumente nuestra presencia en el espacio mejorarán-, revertirá de forma directa en la actividad en la Tierra. No tiene sentido plantearnos una misión a Marte de ida y vuelta si no es como un primer paso para convertirnos en una civilización multiplanetaria.

-En cuanto al medioambiente, alguien podría preguntarse, ¿a qué vamos a Marte, a destrozar otro planeta?
No, precisamente a eso me refería antes. En cualquier acción que se haga en la órbita baja -por ejemplo, en la Estación Espacial Internacional- ya se toman medidas para no perjudicar el ambiente espacial. Si instalamos una estación permanente en la Luna no realizaremos las mismas prácticas que hacíamos aquí, en la Tierra. Aplicaremos lo aprendido para minimizar residuos, reciclarlos y recuperarlos, y lo mismo en la Luna que en cualquier otro sitio, es la tendencia. Pero, además, ese esfuerzo por reducir y reutilizar revertirá en la Tierra. Avanzaremos así en una asignatura pendiente. El espacio incrementará el desarrollo tecnológico, que de otra forma, probablemente, llevaría más tiempo.




Simulación del viaje, aterrizaje y exploración de Marte hecha por el rover Curiosity.

-Imaginemos una colonia autosuficiente, en la que ya nazcan bebés, ¿la especie humana marciana no divergiría de la terrícola?
Lógicamente, el hecho de que el hombre viva en un entorno distinto al terrestre cambiará nuestra evolución. Las mutaciones que sufrimos en la Tierra en otro entorno serán distintas y favorecerán cambios que no se darían aquí. Eso es así. Lo que pasa es no está tan claro que en un futuro se establezca una colonia en Marte. Cuando hablamos de “permanecer”, no nos referimos a crear una pequeña base que crezca hasta que Marte se pueble como la Tierra. No, a lo que nos referimos es que iremos a Marte y después iremos a otro sitio, al cinturón de asteroides, a los satélites de Saturno, a los satélites de Júpiter, construiremos estaciones orbitales en torno a los diferentes planetas… Hay defensores, incluso, de que Marte se convierta en un santuario.

-¿En una especie de Antártida?
Por ejemplo. Es un buen símil, que Marte se convirtiera en la primera Antártida fuera de la Tierra, es decir, demostrar que se puede vivir fuera de aquí, preservar lo que se haya encontrado y dejarlo evolucionar a su ritmo, sin la intervención humana. Simplemente, para estudiar y progresar en nuestro conocimiento sin destruir el entorno. Podría instalarse una pequeña estación científica en Fobos o en Deimos, o una estación espacial orbital, o en un punto Lagrange del sistema marciano.

-Estando tan cerca del planeta, ¿no sería irremisible la colonización?
Eso siempre pasa. Ocurrió con los colonos de Norteamérica. Fueron en busca de nuevas tierras en las que asentarse para vivir y en las que vivieran las generaciones futuras, pero en cuanto percibes el potencial (materiales, recursos naturales, la posibilidad de hacer negocio…) eso va con nosotros también. Lo mismo podría ocurrir si, por ejemplo, en Fobos se descubriera un mineral valioso. Sucede con la Luna, hay quien defiende el regreso al satélite porque hay deuterio 3. Si llegara la posibilidad de aprovechar un planeta o satélite para nuestro beneficio, tampoco pasaría nada, el Universo es lo suficientemente grande como para que si nos cargáramos el Sistema solar el Cosmos continuara su camino sin nosotros, pero lógicamente seremos un poco más inteligente de lo que hemos sido hasta ahora. Sobre el futuro, ni me creo el futuro de Star Trek ni el de Alien, ni muy oscuro ni muy bonito. El ser humano es como es y pueden pasar muchas cosas, y quizás en eso está el atractivo, en la pluralidad.

-¿Cómo se implica Mars Society España en la exploración de Marte?
En España, a causa de las limitaciones que antes te comentaba, nos hemos centrado en una labor de divulgación. Hemos traducido –aunque no compartimos todos sus puntos al cien por cien- el libro de cabecera de la sociedad, The Case For Mars (Alegato a Marte). Nos falta conseguir editorial. En la labor de difusión llevamos nueve años. Paralelamente, hemos trabajado en proyectos concretos apoyando a equipos alemanes y estadounidenses en estaciones simuladas que tiene Mars Society por el mundo. O incluso un proyecto para enviar una sonda a Marte, como es el caso “Arquímedes”, del grupo alemán de la Mars Society. También respaldamos la construcción de una estación de simulación en Islandia dirigida por los británicos. En España, quisimos impulsar una especie de parque temático sobre planetas pero cuando comenzamos a darle forma estalló la crisis, en 2008. Los inversores se retiraron, pero aún trabajamos en ello.

-¿Cuántos miembros hay en The Mars Society España?

Somos pocos porque nuestro concepto no es contar con una gran masa. Socios seremos unos 15 y colaboradores unos 150. La mentalidad asociacionista quizás está poco evolucionada en España y menos en grupos de este tipo. En astronomía de aficionados, aun albergando Canarias los telescopios, el desarrollo público ha sido lento, pero las asociaciones han tenido un efecto importante. Ya en el ámbito espacial y de la astronáutica, es más complicado porque existe menos tradición. Hay algunos grupos pero minoritarios. Quisiera hablarte de un proyecto que hay ahora en España: The Mars Spanish Mission. Estamos planificando la primera expedición compuesta íntegramente por tripulantes españoles para ir a una estación de simulación de Mars Society, en Utah (EUA). Es un proyecto avanzado con el que queremos, por un lado, divulgar la actividad española en esta área y, por otro, investigar. Se han seleccionado los proyectos científicos que participarán y hay tres universidades implicadas (Zaragoza, Sevilla y Valencia).


 The Mars Spanish Mission

-¿Cuántos científicos irán?
No, se ha promovido la participación de estudiantes. Consideramos clave motivar a estudiantes, al estudiante de lo aereoespacial que cuando finaliza la carrera ha de salir del país para desarrollarse profesionalmente. Acudirán seis estudiantes y también un especialista en ambientes hostiles. Quizás también habría cabida para un turista espacial. La expedición está prevista para abril del próximo año, pero no está cerrada por lo de siempre, por aspectos económicos. Pero hay muchas empresas interesadas y eso ya es un logro.
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viernes, 18 de noviembre de 2011

Brigadistas internacionales reciben homenaje en Barcelona

Vicente (con gorra) y José (con bandera al cuello) posan junto al monumento en recuerdo de los brigadistas.
El gobierno de la República decretó hace 75 años la creación de las Brigadas Internacionales, compuestas por unos 35.000 voluntarios extranjeros que entre 1936 y 1938 combatieron contra las tropas franquistas en la Guerra Civil española. Con motivo de la efeméride, brigadistas, familiares y amigos han recibido homenajes en varias ciudades españolas. Los hermanos José y Vicente Almudéver son dos ellos. Franceses de padres españoles, vivían en Alcàsser (Valencia) en el momento del alzamiento militar. Me encuentro con ellos en el acto de rememoración celebrado en Barcelona el pasado sábado 29 de octubre.

Vicente combatió durante todo el conflicto, “hasta la retirada el 9 de febrero del 39”, detalla. Partió con el batallón de las Juventudes Socialistas Unificadas de Valencia hacia el frente de Guadalajara: “El batallón disponía solamente de la mitad de armamento”. Precisamente por eso, el Estado Mayor decidió retirarlos del Jarama a El Escorial, en donde se pertrechó a todo el batallón. Estuvo año y medio combatiendo en la sierra de Guadarrama. Pero recuerda de forma especial los preparativos de la batalla del Ebro: “El paso del Ebro consistía en fabricar barquichuelas para pasar 130.000 o 140.000 soldados, y eso lo logramos escondiendo los barcos a lo largo del río porque la aviación de Franco vigilaba muy intensamente todo el Ebro”. Cruzó el cauce el 24 de julio a las 4 de la mañana, y desembarcó entre Flix y Ascó.

Su hermano José, que combatió en la batalla de Teruel, no guarda buenos recuerdos “porque perdimos la guerra, porque nos la hicieron perder”. Se refiere al Comité de No Intervención, debido al cual las Brigadas Internacionales salieron de España a partir de septiembre de 1938. José se queja de que “los internacionales no quedábamos más que 12.000 y solo italianos aún había 60.000 u 80.000”. En el puerto de Alicante se agruparon los últimos soldados republicanos para salir de España antes de finalizar la guerra. “Declararon el puerto de Alicante zona internacional y que los nacionalistas no entrarían y fue todo lo contrario, fue como una ratonera”, rememora enojado. “Eso fue criminal y la última traición del Comité de No Intervención porque caímos por ellos si no, no hubiéramos caído”, remata.

En la Rambla del Carmelo, a escasos metros del monumento en memoria de los voluntarios, brigadistas y familiares reciben el calor de unas 150 personas que concurren al acto de recuerdo. Charlas y canciones solemnizan el momento. Banderas tricolor y alguna soviética ondean alrededor de los presentes. También hay representación de políticos locales. Cuando pronuncian discursos, un cartel alzado por dos jóvenes les espeta que no son dignos de asistir al homenaje. De entre el público una voz arenga: “¡Trabajadores del mundo, uniros contra el fascismo y la explotación!”. Es Tomás Marín, un crío durante la República. “Con seis años me percataba de que lo que reclamaba la República era interesante porque mi propia familia lo estaba pasando canutas”. Aun siendo un chaval, este albaceteño de casi 87 años recuerda que “los hombres de trabajo estaban casi todos en la guerra y los viejos y los niños cogíamos las cosechas”. Transcurrió su infancia en Albacete, en donde se hallaba el cuartel general de los brigadistas. En 1951, se instaló en Barcelona y, a partir de 1960, militó en el PSUC. Defiende, ante todo, “la dialéctica” y “la honradez” como vías para la consecución de metas.



Familiares y amigos de la Brigada Abraham Lincoln –que agrupó a cerca de 3000 voluntarios estadounidenses- muestran en todo momento una bandera que recuerda a sus seres queridos. Las fotografías de los brigadistas Matti Matson –fallecido justamente este año-, Moe Fishman, Nick J. Demas y Steve Nelson jalonan la enseña. Por el público destaca un hombre corpulento con boina y una camiseta estampada con el rostro de Dolores Ibarruri en la que se lee: “Dolores vive. Pasionaria: una flor del siglo XX”. Todos luchan contra el olvido. Más de 50 nacionalidades integraron las Brigadas Internacionales. La mayoría provenían de Francia, pero también los había italianos y alemanes. Dos representantes de la asociación alemana “Amigos de la República Española” me explican que “unos 3500 alemanes lucharon en la República”. La mitad murieron durante la contienda y el resto acabó en campos de concentración o luchando junto a la resistencia, ya en Francia, ya en otros países europeos.


Testimonios vivos de la lucha contra el fascismo, los hermanos José y Vicente siguen batallando en la actualidad. José Almudéver sostiene que ahora “se puede hacer lo que nosotros no llegamos a hacer sin guerra”. Su hermano relata cómo lidian por la memoria histórica. Visitan colegios para explicar a los niños y jóvenes qué fue la Guerra civil española. “Y lo haremos mientras respiremos”. Vicente se emociona porque asegura detectar en la juventud el espíritu de la lucha de ayer: “Vemos que algo de aquello se refleja en el movimiento de los indignados, porque yo cuando vi en Madrid calles llenas de jóvenes, fue algo emocionante e importante para mí. Lo que empezamos hace 75 años lo está continuando la juventud de hoy en día. No son las mismas conquistas, porque allí en España [y se corrige de inmediato], aquí, en nuestro país, era la República pero lo que los indignados hoy quieren es un modo de vida donde se pueda vivir tranquilo con la familia”.

El acto concluye con una ofrenda floral y la plantación de un olivo como símbolo de paz y recuerdo del 75 aniversario de la creación de las Brigadas Internacionales. Responde José cuando le pregunto por los homenajes: “Agradecemos de todo corazón que se acuerden aún de nosotros y además creo que servirá de ejemplo”. El tiempo tiene la última palabra.

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