miércoles, 25 de septiembre de 2013

La no foto del piromusical de la Mercè 2013

Nunca había presenciado en vivo -hasta ayer- el piromusical de la Mercè, las fiestas de la patrona de Barcelona. Miento, ayer tampoco. Este martes, solo aguanté los primeros diez o quince minutos, el tiempo que necesité para abrirme camino entre la multitud desde el centro de la Avenida María Cristina hasta Plaza España.

El espectáculo de luces y música arrancaba a las diez. Llegué con cuarenta minutos de adelanto. Traté de alcanzar la terraza del centro comercial de las Arenas, la antigua plaza de toros. Pero una vez dentro del edificio, los ascensores y las escaleras mecánicas que daban acceso a la azotea estaban obstruidos por informadores y/o personal de seguridad del centro. Solo se podía subir si disponías de una reserva anticipada. 

Total, que reculé. En la calle busqué por todos los medios un punto de apoyo para la cámara, ya que no dispongo de trípode. Escudriñé por la plaza y hasta –como he dicho- la mitad de la Avenida María Cristina. En vano. No porque no hubiera ningún poyato interesante, sino porque la gente ya estaba encaramada hasta en los techos de esos lavabos de plástico que instalan para fiestas ocasionales como esta.

Lo más difícil fue salir. No quería quedarme allí durante más de una hora. Los primeros pasos fueron fáciles, pero a medida que me acercaba a Plaza España, el efecto embudo se acentuaba. Chocaba una y otra vez ante un muro humano (¡para que hubiera cundido el pánico en aquel momento!). Apretujado, me movía a base de ‘perdón, perdó y sorry’. Dos mujeres me pisaban los talones por la senda que, como una ambulancia en un atasco, abría a mi paso entre la multitud.

Cuando alcancé el lateral de la plaza ciego al espectáculo, respiré tranquilo. Mi último intento por quedarme fue inútil. Apoyado en la barandilla de la boca del metro, disparé un par de veces. Desistí.

Foto-fracaso Mercè 2013
Foto-fracaso del piromusical de la Mercè 2013. Además de movida, está muy recortada. Escondo la luz fatal de una farola, cuyo brillo se aprecia en la esquina superior derecha. Así me gustaba más.
¡Cómo habría cambiado la cosa con un buen punto de apoyo! ¡Si es que a eventos multitudinarios hay que arribar con horas de antelación!

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